El niño se apenó mucho, pero durante muchos días recogió papeles de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio de papel.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, llego su compañero y lo cambió por uno autentico. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Aquí en este enlace puedes ver el cuento completo.
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